Solo el 10% de las células de nuestro cuerpo (humano) son realmente humanas. ¿Y entonces, qué son el resto? El resto son ¡¡BACTERIAS!! Sí, estamos acostumbrados a echarles la culpa a estos pequeños organismos de todo lo malo que nos ocurre, las enfermedades, los síndromes... Intentamos por todos los medios mantener una vida "aséptica", los limpiadores del hogar tienen que ser antibacterianos, debemos protegernos de los microbios... pero ¿¿¿¿seguro que eso es así???? Si tenemos muchas más bacterias en nuestro cuerpo que células... ¿quién marca la separación de qué células son realmente parte de mi y cuáles no?
Las bacterias son absolutamente imprescindibles para la vida, para la del planeta (son las que fijan el Nitrógeno del aire que luego formará nuestras proteínas y ácidos nucleicos), y para las de todas las especies, animales, vegetales e incluso "inferiores". Son responsables del "reciclaje" de los tóxicos, de los restos y "deshechos" que la vida produce en su ciclo, capaces de desintegrar las sustancias más tóxicas y volverlas a convertir en materia prima disponible para la vida. Ellas permiten que muchos organismos puedan sobrevivir: desde los gusanos que viven en los volcanes gracias a la simbiosis de las bacterias, pasando por los cultivos en suelos pobres, y terminando en nuestros propios organismos. Queridas bacterias, la vida no sería posible sin vosotras. Capaces de sobrevivir en los ambientes más hostiles, nos ayudan a los demás a hacerlo. Altruistas bacterias, generosas y colaboradoras. Los organismos más abundantes y diversos que existen en la tierra. ¿por qué los humanos nos empeñamos en echarles la culpa de nuestros males?? ¿no seremos nosotros los que hemos perdido el equilibrio en nuestra propia vida y por eso todo nuestro "ecosistema" está desequilibrado, incluidas las bacterias?? La filosofia de "luchar contra el enemigo" tiene que ir cambiando. No hay enemigo a batir, todos somos parte de lo mismo.
Solo el 10% de tus células son humanas. ¿qué te sugiere esa frase? A mi me sugiere algo que hace tiempo que voy dándole vueltas: ¿por qué me empeño en decir que las bacterias son algo ajeno a mi? Si incluso las mitocondrias de mis células (los motores energéticos) son "bacterias enquistadas que viven simbióticamente con nosotros", con su propio ADN (que también se puede ver como un virus). ¿entonces???? El cuerpo de alguna manera es la estructura, las células humanas conforman tejidos, órganos, sistemas. Serían como la infraestructura de una ciudad. Pero quién forma una ciudad: ¿las casas o los habitantes? ¿O ambos? Si la respuesta es "ambos", estructuras y habitantes, entonces mi cuerpo también está formado por una estructura (células humanas) y unos habitantes (bacterias). Y todo ello es lo que yo soy, un pequeño ecosistema que intento mantener en equilibrio.
Queridas bacterias... sois parte de mi vida, parte de mi cuerpo, parte de todos mis procesos vitales. Ojalá aprenda yo a cuidar mi ecosistema en lugar de entablar una permanente lucha contra vosotras, tal vez de esta manera vosotras podréis seguir permitiendo mi propia vida.
No creas nada de lo que está escrito, simplemente porque está escrito. Permítete cuestionarte tus creencias, permítete experimentar... y sobre todo, permítete ser feliz.
miércoles, 16 de febrero de 2011
domingo, 6 de febrero de 2011
Detrás de cada sufrimiento hay una creencia
Un día hablaba con mi hermana mayor en el parque, mientras las niñas jugaban. Eran unos días en los que estaba viviendo acontecimientos "extraños", y ella me preguntaba cómo me sentía. Y yo le respondí exactamente la frase que he puesto de título. Estoy bien, me siento en paz. Por momentos, sufro. Pero entonces tengo la oportunidad de observar, porque detrás de cada sufrimiento hay una creencia. No sé si esa frase la han dicho muchas personas antes que yo. Supongo que sí, a menudo me suele pasar que "descubro la pólvora".
Hay acontecimientos en la vida que nos generan dolor. Es propio de la naturaleza "humana" (o terrena) apegarse a las personas, a los lugares, a costumbres... y cuando el universo nos recuerda que la esencia de la propia vida es el cambio, nos cuesta. Nos cuesta separarnos de las personas, nos cuesta "perder", sin darnos cuenta que en realidad tal vez nunca hemos tenido, nos cuesta darnos cuenta de que sólo estamos "de paso". El cambio nos genera estrés y buscamos costumbres, rutinas que nos den seguridad, que nos aporten orden. Pero si observo mi vida, el sufrimiento viene causado siempre por una creencia.
Pongo un ejemplo: una separación. Pienso que no estoy completa en mi misma, pienso y siento que necesito que alguien me contenga, que alguien me complete, que alguien me complemente... y cuando ese alguien se va, me siento sola, desprotegida, abandonada... Pero no es por el hecho de que la persona se vaya, (en este plano temporal sabemos que tarde o temprano eso va a ocurrir); es porque yo creo que no soy un ser completo, es porque creo que necesito ser complementada, es porque no soy capaz de quererme a mi misma lo suficiente como para sentirme plena.
Podría ir desgranando muchas situaciones cotidianas o habituales que nos suponen sufrimiento, y sin duda alguna encontraríamos la creencia (aprendida, por supuesto) que hay detrás. Yo suelo hacer un ejercicio en estos casos: cuando algo me genera ese sufrimiento, cuando algo me quita la paz, me paro a reflexionar. E intento pensar si eso que a mi me está generando dolor, en otra cultura también me lo generaría. ¿existe algún pueblo en el mundo en el que eso es habitual? Si es así, es fácil darse cuenta de que eso es solo una creencia aprendida, que no es algo "real". Con esto no intento justificar cualquier acción, puesto que estoy convencida de que nadie viene a esta vida a ser traicionado, ni a sufrir... creo que venimos a aprender. Y a aprender a desaprender
La única manera de no sufrir (tanto) es tomando distancia de uno mismo, no dejando que el ego nos haga sentir todo en primera persona, no dejar que nos convierta en el protagonista de todo lo que ocurre... tomar distancia, alejarse, mantenerse como el observador de la escena, ver cómo actúo ante esa circunstancia, cómo actúan los demás, no juzgarme ni juzgar a otros, solo observar. Y al tomar distancia uno se da cuenta de que la mayoría de cosas las hacemos y las pensamos porque las hemos aprendido así. Pero en otras culturas no se vive así. Entonces, ¿por qué me va a hacer sufrir algo que no es mío? ¿por qué me va a quitar la paz una creencia? ¿por qué voy a dejar mi felicidad en manos de los convencionalismos sociales? Vine a aprender, a generar conciencia en mi propia vida. Y ocurren cosas que me ayudan a ello. Pero mi vida no es sola, independiente de los demás. Mi "familia de alma" también está aquí conmigo, aprendiendo sus propias lecciones. Y todos participamos de los aprendizajes de los demás. Y eso hace que mi vida a veces sea descabellada, surrealista, extraña, increíble. Algunos aprendizajes de mis hermanos son complicados de asumir. Algunas personas eligen (o necesitan) vivir situaciones que nos ponen contra las cuerdas para poder entender sus propias vidas. Pero si supieras todo el entramado, si conociéramos esa " gran partida de ajedrez", seguro que nos maravillaríamos de ver la perfección en la que las acciones se suceden y nos permiten continuar nuestro aprendizaje, a todos en conjunto. Por caminos comunes. Por caminos extraños. Es imposible dejar de aprender.
Y tengo dos opciones: o tomo distancia, observo e intento aprender.... o me dedico a sufrir porque las cosas no son como yo quisiera que fueran.
Detrás de cada sufrimiento hay una creencia. Puedes seguir sufriendo si quieres. O puedes intentar ir quitándote poco a poco esas creencias... para ser cada vez más libre y más feliz. Eso no te hará más indolente, ni te hará más libertino. Simplemente te alejará del juicio, de la necesidad de clasificar continuamente todo como "bueno" o "malo". No te hará más insensible. Tal vez te haga más sabio.
Hay acontecimientos en la vida que nos generan dolor. Es propio de la naturaleza "humana" (o terrena) apegarse a las personas, a los lugares, a costumbres... y cuando el universo nos recuerda que la esencia de la propia vida es el cambio, nos cuesta. Nos cuesta separarnos de las personas, nos cuesta "perder", sin darnos cuenta que en realidad tal vez nunca hemos tenido, nos cuesta darnos cuenta de que sólo estamos "de paso". El cambio nos genera estrés y buscamos costumbres, rutinas que nos den seguridad, que nos aporten orden. Pero si observo mi vida, el sufrimiento viene causado siempre por una creencia.
Pongo un ejemplo: una separación. Pienso que no estoy completa en mi misma, pienso y siento que necesito que alguien me contenga, que alguien me complete, que alguien me complemente... y cuando ese alguien se va, me siento sola, desprotegida, abandonada... Pero no es por el hecho de que la persona se vaya, (en este plano temporal sabemos que tarde o temprano eso va a ocurrir); es porque yo creo que no soy un ser completo, es porque creo que necesito ser complementada, es porque no soy capaz de quererme a mi misma lo suficiente como para sentirme plena.
Podría ir desgranando muchas situaciones cotidianas o habituales que nos suponen sufrimiento, y sin duda alguna encontraríamos la creencia (aprendida, por supuesto) que hay detrás. Yo suelo hacer un ejercicio en estos casos: cuando algo me genera ese sufrimiento, cuando algo me quita la paz, me paro a reflexionar. E intento pensar si eso que a mi me está generando dolor, en otra cultura también me lo generaría. ¿existe algún pueblo en el mundo en el que eso es habitual? Si es así, es fácil darse cuenta de que eso es solo una creencia aprendida, que no es algo "real". Con esto no intento justificar cualquier acción, puesto que estoy convencida de que nadie viene a esta vida a ser traicionado, ni a sufrir... creo que venimos a aprender. Y a aprender a desaprender
La única manera de no sufrir (tanto) es tomando distancia de uno mismo, no dejando que el ego nos haga sentir todo en primera persona, no dejar que nos convierta en el protagonista de todo lo que ocurre... tomar distancia, alejarse, mantenerse como el observador de la escena, ver cómo actúo ante esa circunstancia, cómo actúan los demás, no juzgarme ni juzgar a otros, solo observar. Y al tomar distancia uno se da cuenta de que la mayoría de cosas las hacemos y las pensamos porque las hemos aprendido así. Pero en otras culturas no se vive así. Entonces, ¿por qué me va a hacer sufrir algo que no es mío? ¿por qué me va a quitar la paz una creencia? ¿por qué voy a dejar mi felicidad en manos de los convencionalismos sociales? Vine a aprender, a generar conciencia en mi propia vida. Y ocurren cosas que me ayudan a ello. Pero mi vida no es sola, independiente de los demás. Mi "familia de alma" también está aquí conmigo, aprendiendo sus propias lecciones. Y todos participamos de los aprendizajes de los demás. Y eso hace que mi vida a veces sea descabellada, surrealista, extraña, increíble. Algunos aprendizajes de mis hermanos son complicados de asumir. Algunas personas eligen (o necesitan) vivir situaciones que nos ponen contra las cuerdas para poder entender sus propias vidas. Pero si supieras todo el entramado, si conociéramos esa " gran partida de ajedrez", seguro que nos maravillaríamos de ver la perfección en la que las acciones se suceden y nos permiten continuar nuestro aprendizaje, a todos en conjunto. Por caminos comunes. Por caminos extraños. Es imposible dejar de aprender.
Y tengo dos opciones: o tomo distancia, observo e intento aprender.... o me dedico a sufrir porque las cosas no son como yo quisiera que fueran.
Detrás de cada sufrimiento hay una creencia. Puedes seguir sufriendo si quieres. O puedes intentar ir quitándote poco a poco esas creencias... para ser cada vez más libre y más feliz. Eso no te hará más indolente, ni te hará más libertino. Simplemente te alejará del juicio, de la necesidad de clasificar continuamente todo como "bueno" o "malo". No te hará más insensible. Tal vez te haga más sabio.
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