lunes, 17 de diciembre de 2012

vida después de la vida


En el vientre de una mujer embarazada se encontraban dos bebés. Uno pregunta al otro:
-¿Tú crees en la vida después del parto?
- Claro que sí. Algo debe existir después del parto. Tal vez estemos aquí porque necesitamos prepararnos para lo que seremos más tarde.
- ¡Tonterías! No hay vida después del parto. ¿Cómo sería esa vida?
- No lo sé pero seguramente... habrá más luz que aquí. Tal vez caminemos con nuestros propios pies y nos alimentemos por la boca.
- ¡Eso es absurdo! Caminar es imposible. ¿Y comer por la boca? ¡Eso es ridículo! El cordón umbilical es por donde nos alimentamos. Yo te digo una cosa: la vida después del parto está excluida. El cordón umbilical es demasiado corto.
- Pues yo creo que debe haber algo. Y tal vez sea sólo un poco distinto a lo que estamos acostumbrados a tener aquí.
- Pero nadie ha vuelto nunca del más allá, después del parto. El parto es el final de la vida. Y a fin de cuentas, la vida no es más que una angustiosa existencia en la oscuridad que no lleva a nada.
- Bueno, yo no sé exactamente cómo será después del parto, pero seguro que veremos a mamá y ella nos cuidará.
- ¿Mamá? ¿Tú crees en mamá? ¿Y dónde crees tú que está ella?
- ¿Dónde? ¡En todo nuestro alrededor! En ella y a través de ella es como vivimos. Sin ella todo este mundo no existiría.
- ¡Pues yo no me lo creo! Nunca he visto a mamá, por lo tanto, es lógico que no exista.
- Bueno, pero a veces, cuando estamos en silencio, tú puedes oírla cantando o sentir cómo acaricia nuestro mundo. ¿Sabes?... Yo pienso que hay una vida real que nos espera y que ahora solamente estamos preparándonos para ella...

Autor desconocido.
Edición Daniel Cipolat.


En el vientre de una mujer embarazada se encontraban dos bebés. Uno pregunta al otro:
-¿Tú crees en la vida después del parto?
- Claro que sí. Algo debe existir
 después del parto. Tal vez estemos aquí porque necesitamos prepararnos para lo que seremos más tarde.
- ¡Tonterías! No hay vida después del parto. ¿Cómo sería esa vida?
- No lo sé pero seguramente... habrá más luz que aquí. Tal vez caminemos con nuestros propios pies y nos alimentemos por la boca.
- ¡Eso es absurdo! Caminar es imposible. ¿Y comer por la boca? ¡Eso es ridículo! El cordón umbilical es por donde nos alimentamos. Yo te digo una cosa: la vida después del parto está excluida. El cordón umbilical es demasiado corto.
- Pues yo creo que debe haber algo. Y tal vez sea sólo un poco distinto a lo que estamos acostumbrados a tener aquí.
- Pero nadie ha vuelto nunca del más allá, después del parto. El parto es el final de la vida. Y a fin de cuentas, la vida no es más que una angustiosa existencia en la oscuridad que no lleva a nada.
- Bueno, yo no sé exactamente cómo será después del parto, pero seguro que veremos a mamá y ella nos cuidará.
- ¿Mamá? ¿Tú crees en mamá? ¿Y dónde crees tú que está ella?
- ¿Dónde? ¡En todo nuestro alrededor! En ella y a través de ella es como vivimos. Sin ella todo este mundo no existiría.
- ¡Pues yo no me lo creo! Nunca he visto a mamá, por lo tanto, es lógico que no exista.
- Bueno, pero a veces, cuando estamos en silencio, tú puedes oírla cantando o sentir cómo acaricia nuestro mundo. ¿Sabes?... Yo pienso que hay una vida real que nos espera y que ahora solamente estamos preparándonos para ella...

Autor desconocido.
Edición Daniel Cipolat.

martes, 5 de junio de 2012

Guardiana de vida


Guardianas de vida. Ese es uno de los grandes dones que tenemos las mujeres. Una de las cosas que siempre me parecieron absolutamente "divinas". Algo tan natural, que todas las mujeres estamos diseñadas para ello. Y algo tan especial, como transformarse en la Madre Divina y gestar la vida, construyendo, célula a célula un nuevo cuerpo. ¿cómo? no sabemos. Ni el más inteligentede nuestros científicos puede realizar ese trabajo. Ni el más poderoso de los seres humanos puede hacerlo. Y sin embargo nosotras, bendecidas mujeres, podemos ser testigo y guardianasde semejante milagro de la vida. Nada depende de mi, y sin embargo, también depende.
No te puedo prometer nada, hijo que estás en camino, porque no sé qué será de mi vida mañana, eso no está en mis manos. Lo único que puedo darte es todo mi amor. 

Anhelo abrazarte, con nuestra piel desnuda, en el momento en que veas la luz de esta tierra por primera vez. No te voy a engañar. Esta tierra no es la “tierra prometida”. Pero nos ofrece una posibilidad: La posibilidad de salir de la rueda del sufrimiento, de recuperar nuestra verdadera herencia como Hijos de Dios: la belleza, la abundancia, la armonía, la paz, la felicidad..., la posibilidad de recordar quién verdaderamente somos, la posibilidad de ver el rostro de Dios. Y por eso merece la pena trabajar día a día, merece la pena luchar contra la propia mente y construir nuestra propia verdad desde el espacio del corazón, el sagrado espacio del corazón. Anhelo también enseñarte las estrellas que tanto me han acompañado en esta vida. Mostrarte esta tierra que me vio nacer y que también te verá a ti. Viajar a mi amada Cali, presentarte al Maestro, bañarnos en San Andrés, descansar a la brisa en la tarde bajo el amparo de los Farallones. Anhelo verte en los brazos de tu padre, mi amado y bendito compañero de camino. 

Y aunque parezca una tontería, es como si ya estuviera reviviendo contigo, que ni siquiera has nacido, cada instante de mi vidade mi pasado, reconociendo a cada momento que lo único que merece la pena, es amar. Que lo único que puede romper la escalada de odio y de miedo en la que vivimos, es el amor. Gracias por acompañarme en mi camino. Solo sé que te voy a amar, con toda la grandeza de mi corazón. Gracias por venir a mi. Espero verte pronto.

miércoles, 25 de abril de 2012

curso "¿quieres ver tus emociones?


Voy a dar un curso durante el mes de mayo, los días 14, 15, 16 y 17 sobre la gestión de las emociones y el estrés, a través de la tecnología GDV. Si alguien quiere más información, aquí está publicado:
http://www.espacioholistico.es/#!curso-ana-maría-oliva

sábado, 18 de febrero de 2012

El ciclo de la emociones

Es el siguiente:
El dolor en el presente se experimenta como ofensa
El dolor en el pasado se recuerda como enojo
El dolor en el futuro se percibe como ansiedad.
El enojo inexpresado, redirigido contra uno mismo y contenido dentro, se llama culpa
El agotamiento de energía que se presenta cuando el enojo se redirige hacia dentro crea la depresión
(...) las heridas sepultadas se disfrazan de enojo, ansiedad, culpa y depresión. La única manera de tratar estas capas de dolor es averiguar qué hiere cuando se presenta el dolor, resolverlo y continuar adelante. Vivir en el presente significa tener la honestidad de evitar la emoción fácil, que es el enojo, y exponer el dolor, que es más difícil de enfrentar. CUando el dolor no se resuelve en el presente, la cruel acumulación de enojo, ansiedad, culpa y depresión no puede sino empeorar.
1- comprende que el dolor es el sentimiento negativo más básico. no puedes estar en el presente sin estar dispuesto a sentirte herido.
2- permanece con tus sensaciones. no cedas al impulso de negar lo que sientes o de convertirlo en enojo.
3- Dí lo que sientes a la persona que te provocó ese dolor
4- Resuelve tu emoción y continúa adelante.


Ésto puede parecer un ejercicio de sufrimiento, pero en realidad es un ejercicio de libertad. Sufrir no es agradable, pero sí real. Te pone en el presente, mientras que las reacciones condicionadas de enojo, ansiedad, culpa y depresión te sacan de él. Una vez que estás en el presente, puedes seguir el rastro de tus emociones hasta su fuente, que no es dolor sino amor, compasión, verdad.... el verdadero tú.
El sufrimiento no tiene finalidad alguna, salvo la de guiarte hasta tu verdad. En sí y por sí, el dolor sólo vale como señal que te sacará del dolor. Cuando un bebé sufre, llora, saca el sufrimiento de su organismo y luego se relaja. Vuelve al estado básico del cuerpo, que es placer, tranquilidad y comodidad. Si quieres sentir esas cosas basta con que seas tú mismo, pero ser tú mismo significa ir más allá de la tendencia a reprimir o desviar tus emociones, cosa que todos aprendimos en la primera infancia. 


"cuerpos sin edad, mentes sin tiempo" - Deepak  Chopra

jueves, 26 de enero de 2012

¡ya sé quién soy!

NEALE DONALD WALSCH

HABIA UNA VEZ
UNA PEQUEÑA ALMA QUE DIJO A DIOS:¡Ya se quien soy!

Y Dios le contestó:

¡Maravilloso!
¿Quién eres?

La pequeña alma contestó a toda voz.

¡Soy la luz!

Dios sonrió ampliamente:

Así es —exclamó. Tú eres la Luz.

La pequeña alma estaba feliz, porque había comprendido lo que todas las almas del reino trataban de entender.

¡Hurra! ¡Esto es fantástico!

Pero poco después ya no le bastó con saber quien era.
Sentía cierta inquietud en su interior, porque quería ser lo que era.

Así, la pequeña alma volvió a hablar con Dios (lo cual no es mala idea para todas las almas que quieren ser Quienes Son realmente), para comunicarle sus ideas:

¡Hola, Dios!

Ahora que ya se quien soy, ¿es bueno serlo?

Dios respondió:

¿Quieres decir que deseas ser Quien Ya Eres?

Pues… verás. Una cosa es saber Quien soy, y otra muy distinta es serlo realmente.

Quiero sentir como es ser la luz.

Pero si ya eres la luz — Repitió Dios, sonriendo otra vez.

¡Si, pero quiero saber como se siente serlo! —exclamó la pequeña alma.

Creo que debí imaginármelo —repuso Dios, riendo

Tú siempre has sido la más aventurera

Y, tras un instante, la expresión de Dios cambio.

Pero hay una cuestión…

¿Qué es? preguntó la almita.

…Que no existe otra cosa además de la Luz. No creé otra cosa que lo que tu misma eres. Así, no hay un modo sencillo para que experimentes Quien eres, puesto que no hay nada que no seas.
¿Cómo? —repuso la Pequeña Alma inocente, estaba un poco confundida.

Piénsalo de este modo.

Eres como una vela en el sol.

Ya estas allá, junto con millones y ga-guillones de otras velas que forman el sol.

Y el sol no podría serlo sin ti, porque le faltaría una de sus velas, y así no podría brillar tanto.

Pero saber que eres la Luz estando dentro de la Luz… ese es el problema.

Tú eres Dios, ¡ya se te ocurrirá algo!

Dios volvió a sonreír:

Ya pensé en algo.

Puesto que no puedes sentirte la Luz al estar en ella, te rodearé de oscuridad.

¿Qué es la oscuridad? Es aquello que tú no eres.
¿Tendré miedo de la oscuridad? —gimió la almita.Solo si así lo quieres —respondió Dios.

A decir verdad, no hay nada que temer, a menos que así lo decidas. Nosotros inventamos todo eso. Fingimos.

¡Ah! —exclamó la pequeña alma, que ya se estaba sintiendo mejor.

Entonces Dios explicó que, para poder experimentar cualquier cosa, se requiere de su opuesto.

Ese es un gran don, porque sin el no podrías conocer como es todo lo demás. No podrías saber que es lo caliente sin lo frío, el arriba sin el abajo, lo rápido sin lo lento. No podrías saber que es la izquierda sin la derecha, el acá sin el allá, el ahora sin el después.

Y así —concluyó Dios, al verte envuelta en la oscuridad, no cierres el puño ni alces la voz para maldecirla.

Más bien, sé Luz entre las tinieblas, y no te enojes por ello.

De ese modo sabrás Quien Eres Realmente, y también los demás lo sabrán.

Permite que tu luz brille para que todos sepan que eres alguien muy especial.

¿Quieres decir que está bien que los demás sepan que soy alguien muy especial? — inquirió la Pequeña Alma.
¡Por supuesto! — rió Dios, ¡Esta muy bien!

Pero recuerda que “especial” no quiere decir “mejor”. Todos son especiales, cada uno a su modo. Pero hay muchos que no lo recuerdan. Entenderán que está bien que sean especiales sólo cuando tu mismo sepas que está bien ser especial.

¡Fantástico! — exclamó la almita, quien bailaba, reía y daba saltos de felicidad.

¡Puedo ser todo lo especial que quiera!

Si, y puedes serlo a partir de ahora mismo — agregó Dios, quien bailaba y saltaba y reía con la pequeña Alma.

¿Qué parte de lo especial quieres ser?

¿Qué parte de lo especial? No te entiendo.

Verás… — le explicó Dios:

Ser la Luz es ser especial, y eso esta hecho de muchas partes.
Ser generoso es ser especial.
Ser amable es ser especial.
Ser creativo es ser especial.
Ser paciente es ser especial.

¿Se te ocurren otros modos de ser especial?

La pequeña Alma quedó en silencio por un instante:

¡Se me ocurren muchas formas de ser especial! — Exclamó luego.
Es especial ayudar a los demás.
Es especial compartir.
Y ser amistoso también es ser especial.
¡Ser considerado con los demás es ser especial!

¡Así es! — concordó Dios.

Y tú puedes ser todas esas cosas, o cualquier otra parte de lo especial que desees ser, en cualquier momento. Eso significa ser la Luz.

¡Ya se lo que quiero ser! —anunció la Pequeña Alma, muy emocionada.
Quiero ser la parte de lo especial llamada “perdonar”.
¿No es especial perdonar?
Oh, si —aseguro Dios. Eso es muy especial.Entonces, eso quiero ser. Quiero perdonar.
Quiero experimentarme a mi misma de ese modo.

Bien —dijo Dios.
Pero hay algo que debes saber.

La Pequeña Alma comenzaba a impacientarse.
Parecía que siempre había complicaciones.
¿De que se trata? —suspiró

No hay nadie a quien perdonar.
¿Nadie? La Pequeña Alma apenas podía creer lo que estaba oyendo.

¡Nadie! —repitió Dios.
Todo cuanto hice es perfecto.
No hay una sola alma en toda la creación que sea menos perfecta que tu.
Mira a tu alrededor.

Entonces la Pequeña Alma se dio cuenta de que se había reunido una gran multitud. De todo largo y ancho, de todos los rincones del Reino, habían venido almas, porque se había corrido la voz de que la Pequeña Alma sostenía una extraordinaria conversación con Dios, y todos querían oír lo que decían.

Viendo a las incontables almas reunidas, la almita tuvo que coincidir: nadie parecía ser menos maravilloso, menos magnifico o menos perfecto que ella misma. Tal era el esplendor de las almas reunidas y tan brillante era su Luz, que la Pequeña Alma apenas podía sostener su mirada.

¿A quién perdonar entonces? —preguntó Dios.
¡Oh, creo que esto será muy aburrido! — gruñó la almita.
Quería experimentarme como El Que Perdona.
Quería saber como es esa parte de lo especial.

Y, así, supo como es estar triste.

Pero entonces un Alma amistosa salió de entre la multitud:
No te preocupes Pequeña —le dijo. Yo te ayudaré.

¿De verdad? —replicó, con el rostro iluminado.

¿Pero que puedes hacer?

Puedo darte a alguien para que lo perdones.

¿Puedes?

¡Desde luego! —canturreó el Alma amistosa.

Puedo ir a tu siguiente vida y hacer algo para que lo perdones.

Pero… ¿Por qué habrías de hacerlo? —preguntó la Pequeña Alma.
Tú que eres un Ser de tan absoluta perfección.

Tú que vibras con gran rapidez creando una luz tan brillante que apenas puedo verla.
¿Qué podría hacer que frenaras tu vibración hasta que tu luz se hiciera oscura y densa?
¿Qué podrías hacer tú, que eres tan ligera como para bailar en las estrellas y desplazarte por el Reino a la velocidad del pensamiento, entraras a mi vida y te volvieras pesada como para hacer una cosa tan mala?
Es muy fácil —repuso el Alma Amistosa.

Lo haría porque te amo.

A la Pequeña Alma le sorprendió la respuesta.

No te asombres — le dijo el Alma Amistosa.

Tú hiciste lo mismo por mí. ¿No lo recuerdas? Hemos bailado juntas muchas veces, por eones y eras. Durante todos los tiempos y en muchos lugares hemos jugado juntas. Simplemente no lo recuerdas,

Ambas hemos sido todas las cosas. Ya fuimos el Arriba y el Abajo, la Izquierda y la Derecha. Fuimos el Acá y el Allá, el Ahora y el Después, Fuimos lo Masculino y lo Femenino, lo Bueno y lo Malo. Tu y yo Fuimos la victima y el villano.

Así, nos hemos reunido muchas veces, la una dando a la otra la oportunidad exacta y perfecta para expresar y experimentar Quienes Somos Realmente.

De ese modo —añadió el Alma Amistosa, llegaré a tu próxima vida y seré el “malo”. Haré algo realmente terrible, y entonces podrás experimentarte como El Que Perdona.

¿Que harás? —preguntó la Pequeña Alma, un poco nerviosa.
¿Que puede ser tan terrible?

Oh, ya pensaremos en algo —replicó el Alma amistosa, con un guiño.
Segundos después, pareció tornarse muy seria y murmuro:
Tienes razón en algo.

¿En qué? —quiso saber la almita.

Tendré que frenar mi vibración y hacerme muy pesada para hacer ese algo no tan bueno, Fingiré que soy alguien muy distinto a quien realmente soy. Por eso te pediré un favor a cambio.

¡Si, lo que quieras — exclamó la Pequeña Alma y comenzó a cantar y bailar, Podré perdonar, podré perdonar!

Pero notó que el Alma Amistosa seguía muy callada.

¿Qué quieres? —le preguntó. ¿Qué puedo hacer por ti?
¡Eres todo un ángel por estar dispuesta a hacer tal cosa por mí!

¡Claro que el Alma Amistosa es un ángel! —interrumpió Dios
¡Todos lo son! Siempre recuerda eso que solo ángeles envío.

Y así, la Pequeña Alma quiso más que nunca satisfacer la petición del Alma amistosa:
¿Qué puedo hacer por ti? —volvió a preguntar.

En el momento que te golpee y te despedace —repuso el Alma Amistosa. Cuando te haga lo peor que pudieras imaginarte, en ese mismo instante…

¿Que? — interrumpió la Pequeña Alma. ¿Qué…?

El Alma amistosa está aun más seria:
Recuerda quien soy realmente.

¡Si, así será! —exclamó el Alma Inocente. ¡Te lo prometo! Siempre te recordaré tal y como te veo aquí y ahora.

Muy bien —repuso el Alma Amistosa, porque pondré tanto empeño en fingir, que olvidaré quien soy. Y si tú no me recuerdas como soy realmente, no podré acordarme durante mucho tiempo. Y si olvido quien soy, incluso tú olvidarás Quien Eres, y las dos estaremos perdidas. Entonces necesitaremos que venga otra alma para que nos recuerde a Ambas Quienes Somos.

¡No, no será así! —prometió otra vez la Pequeña alma.

¡Te recordaré! Y te agradeceré por darme ese don, la oportunidad de experimentarme como Quien Soy.

Así acordaron, y La Pequeña Alma fue hacia una nueva vida, emocionada por ser la Luz, que era muy especial, y por ser esa parte de lo especial que se llama Perdonar.

Y esperó ansiosamente poder experimentarse como Perdón y agradecer lo que hiciera la otra alma para que fuera posible.

En todo momento de esta vida, cada vez que apareció en escena una nueva alma, ya fuera que trajese felicidad o pesar (y especialmente si traía pesar), la Pequeña Alma pensó en lo que Dios le dijo.

“Siempre recuerda que no envío mas que ángeles”
“Fin”