martes, 5 de junio de 2012

Guardiana de vida


Guardianas de vida. Ese es uno de los grandes dones que tenemos las mujeres. Una de las cosas que siempre me parecieron absolutamente "divinas". Algo tan natural, que todas las mujeres estamos diseñadas para ello. Y algo tan especial, como transformarse en la Madre Divina y gestar la vida, construyendo, célula a célula un nuevo cuerpo. ¿cómo? no sabemos. Ni el más inteligentede nuestros científicos puede realizar ese trabajo. Ni el más poderoso de los seres humanos puede hacerlo. Y sin embargo nosotras, bendecidas mujeres, podemos ser testigo y guardianasde semejante milagro de la vida. Nada depende de mi, y sin embargo, también depende.
No te puedo prometer nada, hijo que estás en camino, porque no sé qué será de mi vida mañana, eso no está en mis manos. Lo único que puedo darte es todo mi amor. 

Anhelo abrazarte, con nuestra piel desnuda, en el momento en que veas la luz de esta tierra por primera vez. No te voy a engañar. Esta tierra no es la “tierra prometida”. Pero nos ofrece una posibilidad: La posibilidad de salir de la rueda del sufrimiento, de recuperar nuestra verdadera herencia como Hijos de Dios: la belleza, la abundancia, la armonía, la paz, la felicidad..., la posibilidad de recordar quién verdaderamente somos, la posibilidad de ver el rostro de Dios. Y por eso merece la pena trabajar día a día, merece la pena luchar contra la propia mente y construir nuestra propia verdad desde el espacio del corazón, el sagrado espacio del corazón. Anhelo también enseñarte las estrellas que tanto me han acompañado en esta vida. Mostrarte esta tierra que me vio nacer y que también te verá a ti. Viajar a mi amada Cali, presentarte al Maestro, bañarnos en San Andrés, descansar a la brisa en la tarde bajo el amparo de los Farallones. Anhelo verte en los brazos de tu padre, mi amado y bendito compañero de camino. 

Y aunque parezca una tontería, es como si ya estuviera reviviendo contigo, que ni siquiera has nacido, cada instante de mi vidade mi pasado, reconociendo a cada momento que lo único que merece la pena, es amar. Que lo único que puede romper la escalada de odio y de miedo en la que vivimos, es el amor. Gracias por acompañarme en mi camino. Solo sé que te voy a amar, con toda la grandeza de mi corazón. Gracias por venir a mi. Espero verte pronto.