Ultimamente está de moda el término "medicina integrativa", que quiere englobar todas las técnicas terapéuticas, convencionales o no. El pasado mes de octubre tuve el honor de poder participar en la 1ª Jornada de Salud Integrativa que organizó el Consorcio Hospitalario de Terrassa, en la cual pude explicar las posibilidades que la tecnología GDV ofrece para evaluar la salud tanto física como psico-emocional. Aquí podeis ver el video de la presentación, de unos 30 minutos.
Pasito a pasito, un poco de luz para todos, la luz que nosotros mismos somos...
http://www.alternativadigital.tv/index.php/video/81/i-jornada-de-salut-integrativa-ana-m-oliva/
No creas nada de lo que está escrito, simplemente porque está escrito. Permítete cuestionarte tus creencias, permítete experimentar... y sobre todo, permítete ser feliz.
jueves, 14 de noviembre de 2013
martes, 23 de julio de 2013
Jornada de tecnología GDV, arte y Kundalini Yoga.
¿Quieres ver en imágenes cómo el arte, tu estado de meditación, tu respiración, la música y el yoga influyen en el campo energético de tu cuerpo?
Tecnología GDV para todos los asistentes. El sábado 28 de Septiembre se celebrará en la Sala QArts de Navata (Girona) una jornada intensiva de prácticas contecnología científica GDV (el primer sistema que permite estimar objetivamente las características del campo energético humano desde el método científico) en la que se filmará la primera parte del documental dirigido por Damián Pissarra, “La Ciencia en el Kundalini Yoga”. Kundalini Yoga es una tecnología de experiencia milenaria para desarrollar el potencial del ser humano y la ciencia comprueba los beneficios de su práctica en la salud humana.
La Ing. Ana María Oliva (ingeniera biomédica) medirá los parámetros biológicos y emocionales de los cuerpos de los asistentes a la Jornada, revelando en imágenes el estado orgánico, antes y después de determinadas prácticas de yoga, meditación y respiración consciente que impartirá el yogui y terapeuta Carlos Maldonado.
La artista multimedial y divulgadora científica Bianca Atwell participará con una intervención teórica explicando la relación existente entre los últimos descubrimientos de la Ciencia y los conocimientos milenarios del Yoga.
La jornada cerrará por la noche con un Viaje Sonoro a cargo del artista multimedial Albert Cuevas, con canto armónico y diversos instrumentos musicales. Los asistentes podrán observar cómo influye el bioarte de sus Arboreoum, el canto armónico y la música, en el campo electromagnético de sus cuerpos.
El Proyecto Uniendo la Ciencia con el Arte invita a todos los practicantes de yoga, instructores, científicos, investigadores y personas interesadas en la salud humana y su desarrollo personal, a vivir la experiencia de este curso, en un espacio maravilloso en los bosques de Navata.
El Proyecto Uniendo la Ciencia con el Arte entrega Certificados de Asistencia de Formación (no académica), a todos los asistentes que lo requieran para integrar en su currículum.
Sábado 28 de Septiembre de 10:00 a 20:00 hs. Sala QArts.Calle Can Miró, 2, Navata, Girona.Teléfonos: 972565202 – 626 851 600
Las plazas son limitadas, y las inscripciones se realizan con anticipación abonando 80 Euros en la siguiente pasarela de Paypal. Puedes abonar la inscripción con tarjeta de crédito, débito, transferencia bancaria o tu cuenta de Paypal (no es necesario tener una cuenta en Paypal para realizar el pago).
Para más información haz clic aquí
miércoles, 13 de febrero de 2013
Dermatitis seborreica - piel atópica
Hoy hago una entrada muy distinta a las habituales. Y es que quiero compartir una información que me ha resultado muy útil.
Como sabéis, tengo dos gemelitos preciosos que hoy tienen 5 meses de vida fuera de mi cuerpo. Uno de ellos, Rubén, tuvo un brote de dermatitis bastante grave. Comenzó con una dermatitis de pañal, cada día un poco más intensa. Probé con agüita de manzanilla, con cremitas suaves, luego con cremas más fuertes hasta que la pediatra me dijo que tenía que usar una crema con corticoide. No soy amiga de los medicamentos por sistema, pero ante el enrojecimiento tan terrible que tenía el pobre bebé le hice caso y se la puse. Inmediatamente mejoró. Pero al cabo de 3 o 4 días volvía a estar no solo igual, sino peor. Y se empezó a extender por los pliegues de las rodillas y axilas, cuello, detrás de las orejas... de nuevo le apliqué la crema, de nuevo mejoró y luego fue peor. Seguí estrictamente el protocolo que me iba indicando continuamente, pero no mejoraba. La pediatra me dijo que tendríamos que estar usando el corticoide continuamente, y alternando con eosina para conseguir controlar la dermatitis. Un día miré a mi bebé, con todo el cráneo enrojecido, la cara entera, frente, mejillas, orejas, detrás de las orejas estaba casi sangrando, cuello, pecho, espalda,... en fin, por donde se mirase, el pobrecillo estaba todo brotado.
Gracias a Dios siempre aparecen angelitos en los momentos en los que los necesitamos, y una osteópata me comentó de unos dermatólogos italianos que siguen un protocolo diferente. Así que empecé a leer la información que tienen publicada, les envié fotos de mi bebé y les pedí consejo. Me dijeron que siguiera al pie de la letra el protocolo que publican para la dermatitis atópica. Y lo hice. Contra todas las voces a mi alrededor que me impelían a llevarlo a urgencias.
El niño fue empeorando, yo desesperándome. Volví a escribir "esto no mejora". la respuesta fue "tranquila, durante 10 días más o menos empeorará, hasta que la piel limpie todos los restos de las pomadas que has usado, verás como luego empieza a mejorar". Y así fue, poco a poco el enrojecimiento dio paso a una piel seca como escamas, la piel se fue cayendo como una serpiente, y cada capa que nacía nueva estaba un poco mejor. Y de repente, la piel quedó perfecta. Ni rastro de costra láctea (que en algunas zonas tenía un espesor de medio centímetro). ni rastro de ninguna lesión en ninguna parte del cuerpo. La zona del pañal ha sido la última en curar, pero hoy puedo decir que su piel vuelve a estar blanca como la nieve, suave y preciosa como solo los bebés tienen la piel.
Si alguien me lee y tiene problemas de piel atópica, no descarten esta información. Es totalmente lo contrario de lo que me dijeron (que había que hidratar mucho,etc). Pero puedo decir que Rubén está curado. Y lo mejor es que pasan los días y no ha vuelto a empeorar, sino todo lo contrario, su piel se mantiene preciosa. Sin aceites, ni cremas, ni nada. Una piel sana probablemente no necesite nada para mantenerse sana y preciosa.
Para aquellos que les pueda interesar, la información está en
www.dermaclub.it
en el apartado Cura Cutis.
¡¡Gracias por ayudarnos a una vida más sana sin tantos fármacos!!!
Como sabéis, tengo dos gemelitos preciosos que hoy tienen 5 meses de vida fuera de mi cuerpo. Uno de ellos, Rubén, tuvo un brote de dermatitis bastante grave. Comenzó con una dermatitis de pañal, cada día un poco más intensa. Probé con agüita de manzanilla, con cremitas suaves, luego con cremas más fuertes hasta que la pediatra me dijo que tenía que usar una crema con corticoide. No soy amiga de los medicamentos por sistema, pero ante el enrojecimiento tan terrible que tenía el pobre bebé le hice caso y se la puse. Inmediatamente mejoró. Pero al cabo de 3 o 4 días volvía a estar no solo igual, sino peor. Y se empezó a extender por los pliegues de las rodillas y axilas, cuello, detrás de las orejas... de nuevo le apliqué la crema, de nuevo mejoró y luego fue peor. Seguí estrictamente el protocolo que me iba indicando continuamente, pero no mejoraba. La pediatra me dijo que tendríamos que estar usando el corticoide continuamente, y alternando con eosina para conseguir controlar la dermatitis. Un día miré a mi bebé, con todo el cráneo enrojecido, la cara entera, frente, mejillas, orejas, detrás de las orejas estaba casi sangrando, cuello, pecho, espalda,... en fin, por donde se mirase, el pobrecillo estaba todo brotado.
Gracias a Dios siempre aparecen angelitos en los momentos en los que los necesitamos, y una osteópata me comentó de unos dermatólogos italianos que siguen un protocolo diferente. Así que empecé a leer la información que tienen publicada, les envié fotos de mi bebé y les pedí consejo. Me dijeron que siguiera al pie de la letra el protocolo que publican para la dermatitis atópica. Y lo hice. Contra todas las voces a mi alrededor que me impelían a llevarlo a urgencias.
El niño fue empeorando, yo desesperándome. Volví a escribir "esto no mejora". la respuesta fue "tranquila, durante 10 días más o menos empeorará, hasta que la piel limpie todos los restos de las pomadas que has usado, verás como luego empieza a mejorar". Y así fue, poco a poco el enrojecimiento dio paso a una piel seca como escamas, la piel se fue cayendo como una serpiente, y cada capa que nacía nueva estaba un poco mejor. Y de repente, la piel quedó perfecta. Ni rastro de costra láctea (que en algunas zonas tenía un espesor de medio centímetro). ni rastro de ninguna lesión en ninguna parte del cuerpo. La zona del pañal ha sido la última en curar, pero hoy puedo decir que su piel vuelve a estar blanca como la nieve, suave y preciosa como solo los bebés tienen la piel.
Si alguien me lee y tiene problemas de piel atópica, no descarten esta información. Es totalmente lo contrario de lo que me dijeron (que había que hidratar mucho,etc). Pero puedo decir que Rubén está curado. Y lo mejor es que pasan los días y no ha vuelto a empeorar, sino todo lo contrario, su piel se mantiene preciosa. Sin aceites, ni cremas, ni nada. Una piel sana probablemente no necesite nada para mantenerse sana y preciosa.
Para aquellos que les pueda interesar, la información está en
www.dermaclub.it
en el apartado Cura Cutis.
¡¡Gracias por ayudarnos a una vida más sana sin tantos fármacos!!!
martes, 22 de enero de 2013
LO POCO QUE NECESITO
Artículo publicado en La Vanguardia, escrito por la periodista Ángeles Caso
Será porque tres de mis más queridos amigos se han enfrentado inesperadamente estas Navidades a enfermedades gravísimas. O porque, por suerte para mí, mi compañero es un hombre que no posee nada material pero tiene el corazón y la cabeza más sanos que he conocido y cada día aprendo de él algo valioso. O tal vez porque, a estas alturas de mi existencia, he vivido ya las suficientes horas buenas y horas malas como para empezar a colocar las cosas en su sitio. Será, quizá, porque algún bendito ángel de la sabiduría ha pasado por aquí cerca y ha dejado llegar una bocanada de su aliento hasta mí. El caso es que tengo la sensación –al menos la sensación– de que empiezo a entender un poco de qué va esto llamado vida.
Casi nada de lo que creemos que es importante me lo parece. Ni el éxito, ni el poder, ni el dinero, más allá de lo imprescindible para vivir con dignidad. Paso de las coronas de laureles y de los halagos sucios. Igual que paso del fango de la envidia, de la maledicencia y el juicio ajeno. Aparto a los quejumbrosos y malhumorados, a los egoístas y ambiciosos que aspiran a reposar en tumbas llenas de honores y cuentas bancarias, sobre las que nadie derramará una sola lágrima en la que quepa una partícula minúscula de pena verdadera. Detesto los coches de lujo que ensucian el mundo, los abrigos de pieles arrancadas de un cuerpo tibio y palpitante, las joyas fabricadas sobre las penalidades de hombres esclavos que padecen en las minas de esmeraldas y de oro a cambio de un pedazo de pan.
Rechazo el cinismo de una sociedad que sólo piensa en su propio bienestar y se desentiende del malestar de los otros, a base del cual construye su derroche. Y a los malditos indiferentes que nunca se meten en líos. Señalo con el dedo a los hipócritas que depositan una moneda en las huchas de las misiones pero no comparten la mesa con un inmigrante. A los que te aplauden cuando eres reina y te abandonan cuando te salen pústulas. A los que creen que sólo es importante tener y exhibir en lugar de sentir, pensar y ser.
Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.
También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada o todo.
Será porque tres de mis más queridos amigos se han enfrentado inesperadamente estas Navidades a enfermedades gravísimas. O porque, por suerte para mí, mi compañero es un hombre que no posee nada material pero tiene el corazón y la cabeza más sanos que he conocido y cada día aprendo de él algo valioso. O tal vez porque, a estas alturas de mi existencia, he vivido ya las suficientes horas buenas y horas malas como para empezar a colocar las cosas en su sitio. Será, quizá, porque algún bendito ángel de la sabiduría ha pasado por aquí cerca y ha dejado llegar una bocanada de su aliento hasta mí. El caso es que tengo la sensación –al menos la sensación– de que empiezo a entender un poco de qué va esto llamado vida.
Casi nada de lo que creemos que es importante me lo parece. Ni el éxito, ni el poder, ni el dinero, más allá de lo imprescindible para vivir con dignidad. Paso de las coronas de laureles y de los halagos sucios. Igual que paso del fango de la envidia, de la maledicencia y el juicio ajeno. Aparto a los quejumbrosos y malhumorados, a los egoístas y ambiciosos que aspiran a reposar en tumbas llenas de honores y cuentas bancarias, sobre las que nadie derramará una sola lágrima en la que quepa una partícula minúscula de pena verdadera. Detesto los coches de lujo que ensucian el mundo, los abrigos de pieles arrancadas de un cuerpo tibio y palpitante, las joyas fabricadas sobre las penalidades de hombres esclavos que padecen en las minas de esmeraldas y de oro a cambio de un pedazo de pan.
Rechazo el cinismo de una sociedad que sólo piensa en su propio bienestar y se desentiende del malestar de los otros, a base del cual construye su derroche. Y a los malditos indiferentes que nunca se meten en líos. Señalo con el dedo a los hipócritas que depositan una moneda en las huchas de las misiones pero no comparten la mesa con un inmigrante. A los que te aplauden cuando eres reina y te abandonan cuando te salen pústulas. A los que creen que sólo es importante tener y exhibir en lugar de sentir, pensar y ser.
Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.
También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada o todo.
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